lunes, 31 de diciembre de 2012

Alemania “exporta” ancianos y enfermos a residencias extranjeras como medida de austeridad

Pensionistas alemanes en Berlín. Muchos ancianos alemanes están siendo enviados de forma creciente a hogares de la tercera edad y residencias permanentes más baratas en Europa del Este y Asia.

Un número creciente de ancianos y enfermos alemanes está siendo enviado al extranjero para atención permanente en hogares de la tercera edad y centros de rehabilitación, a causa del aumento de los precios y de los decrecientes niveles de la atención en Alemania.

La tendencia, que ha llevado a miles de alemanes jubilados a ser realojados en Europa del Este y Asia, ha sido duramente criticada por organizaciones para el bienestar social, que la han calificado de “deportación inhumana”.

Pero con un número cada vez mayor de alemanes incapaces de permitirse los precios en aumento de las residencias, y con una población decreciente y envejeciendo, el número de alemanes que se espera que sea enviado al extranjero en los próximos años solo puede aumentar. Los expertos lo describen como “una bomba de relojería”.

La crisis crónica de la atención en Alemania (el sector de la atención sufre de una falta de trabajadores y de unos costes desorbitados) ha sido mitigada durante años por la creciente emigración de europeos del Este a Alemania para atender a los mayores del país germano.

Pero la transferencia de la gente mayor a Europa del Este está siendo observada como una nueva y desesperada salida, indicativa de que incluso con mano de obra importada y más barata el sistema es insostenible.

Alemania cuenta con una de las poblaciones que más rápido envejece en el mundo, y la medida tiene consecuencias para otros paises occidentales, incluída Gran Bretaña, en especial considerando los temores de que las medidas de austeridad y los costes crecientes de la atención estén socavando potencialmente los niveles de la atención residencial.

El Sozialverband Deutschland (VdK), un grupo consultivo socio-político, señaló que el hecho de que tal número cada vez mayor de alemanes no pudiera costearse una residencia en su propio país lanzaba una ponderosa “señal de alarma”, y ha reclamado una intervención política.

“Simplemente no podemos permitir que esas personas que levantaron Alemania hasta ser lo que es, que se dejaron la espalda en ello durante toda su vida, sean deportados”, dijo el presidente de VdK, Ulrike Mascher. “Es inhumano”.

Los investigadores se encontraron con una estimación de 7.146 pensionistas alemanes viviendo en hogares para la tercera edad en Hungría en 2011. Más de 3.000 habían sido enviados a residencias en la República Checa, y había más de 600 en Eslovaquia. Hay también un número desconocido de ellos en España, Grecia y Ucrania. Tailandia y Filipinas, del mismo modo, están atrayendo a cada vez más.

The Guardian habló con alemanes jubilados y gente con necesidades asistenciales permanentes en residencias en Hungría, Tailandia y Grecia, algunos de los cuales afirmaron que no tenían otra opcion, ya que los precios eran menores (de media entre uno y dos tercios del precio en Alemania) y por lo que ellos percibían como mejores niveles asistenciales. Pero otros estaban allí evidentemente a regañadientes.

The Guardian también descubrió que cierto número de empresas dedicadas a la atención estaban construyendo o a punto de abrir centros en el extranjero dedicados a la atención de ancianos alemanes, en lo que es claramente entendido en el sector como un creciente y muy lucrativo negocio.

De acuerdo con la Oficina Federal de Estadística de Alemania, más de 400.000 ciudadanos mayores no pueden en la actualidad pagarse un hogar para la tercera edad en Alemania, una cifra que crece en torno al 5% al año.

Los motivos son los precios en aumento de las residencias (con una media entre 2.900 y 3.400 euros al mes), el estancamiento de las pensiones, y el hecho de que la gente es más probable que necesite atención a medida que se hace mayor.

En consecuencia, los Krankenkassen o instituciones de seguridad social que componen el sistema estatal alemán están discutiendo abiertamente cómo convertir la atención en hogares para la tercera edad en el extranjero en un modelo financiero sostenible a largo plazo.

En Asia, y en Europa del Sur y del Este, los salarios de la atención y otros gastos como la lavandería, el mantenimiento, y (no menos importantes) los costes del suelo y la construcción, son a menudo mucho más baratos.

A día de hoy, la legislación de la Unión Europea impide que las instituciones nacionales de seguridad social firmen contratos directos con residencias en el extranjero, pero esto es probable que cambie, ya que los legisladores están obligados a encontrar soluciones que respondan al envejecimiento de la población en Europa.

La regulación no ha impedido a los jubilados o a sus familias optar por residencias en el extranjero si sus pensiones podían cubrir los gastos.

Pero quienes critican esta moda han expresado su preocupación por los pacientes con demencia, ante su temor de que estén siendo enviados al extranjero bajo la suposición de que no notarán la diferencia.

Sabine Jansen, presidenta de la Sociedad Alemana para el Alzheimer, afirmó que el entorno y el lenguaje eran a menudo de la máxima importancia para aquellos enfermos dementes tratando de recuperar su identidad.

“En especial, a la gente con demencia le puede resultar difícil orientarse en una cultura enteramente diferente con un idioma totalmente distinto, ya que en gran medida viven en un universo de otro tiempo que está formado por sus recuerdos anteriores”.

Con unas previsiones de que la población alemana se reduzca de casi 82 millones a unos 69 millones hasta el 2050, se espera que uno de cada 15 (unos 4,7 millones de personas) necesite atención, lo que significa que el problema de los recursos solo puede empeorar.

Willi Zylajew, un parlamentario en las filas de los cristiano-democratas y un especialista en servicios de atención, señaló que sería cada vez más necesario considerar la atención en el extranjero.

“Teniendo en cuenta la inminente crisis, sería prudente al menos empezar a pensar en formas alternativas de atención a los mayores”, dijo.

Christel Bienstein, una científica de los cuidados de la Universidad de Wittem / Herdecke, dijo que muchas residencias habían llegado al punto de cierre debido a la falta de personal, y que los niveles de la atención habían decaído como consecuencia.

“De media se da a cada paciente solo unos 53 minutos de atención individualizada al día, incluída la alimentacion”, afirmó. “A menudo hay de 40 a 60 residentes atendidos por un solo cuidador”.

Artur Frank, el dueño de Senior Palace, que busca residencias en Eslovaquia para alemanes, dijo que era por eso por lo que era erróneo sugerir que los mayores estuvieran siendo “deportados” al extranjero, como VdK lo había descrito.

“No están siendo deportados o expulsados”, dijo. “Muchos estan aquí por su propia voluntad, y estos son los resultados de decisiones razonables de sus familias que saben que estarán mucho mejor”.

Afirmó que había visto “muchos ejemplos de mala atención” en residencias alemanas entre los 50 pensionistas para los cuales había encontrado residencias en Eslovaquia.

“Había una mujer a la que apenas se había dado nada para comer ni beber, y en Eslovaquia la tuvieron que enseñar a tragar de nuevo”, indicó.

Los políticos alemanes no han tenido el valor de enfrentar el problema, en gran parte debido al temor a la pérdida de apoyo de los votantes si las instituciones de seguiridad social alemanas son vistas financiando trabajadores de atención en el extranjero en detrimento del sector nacional de los cuidados.

Visto en: Agencia Nacionalista de Noticias

Fuente original: The Guardian

No hay comentarios:

Publicar un comentario