El cambio ideológico comenzó en 1964 cuando David Schwarz, un judío polaco sobreviviente del Holocausto que emigró a Suecia en los años 50, publicó el artículo “El programa de inmigración en Suecia” en el mayor y más importante periódico matutino en Suecia, el Dagens Nyheter, cuyos propietarios son judíos. Este artículo lanzó un gran debate, que se desarrolló principalmente en el Dagens Nyheter, pero que se extendió después a otros diarios, editoriales y libros…
Schwarz demostró ser el más activo de los creadores de opinión, con 37 contribuciones al debate de la cuestión de la inmigración sobre un total de 118 de 1964 a 1968. Schwarz y sus aliados ideológicos tenían una posición dominante y agresiva, de tal manera que sus interlocutores se encontraban a la defensiva, con la impresión de que su punto de vista estaba ahogado. Por ejemplo, para desacreditar a sus adversarios, Schwarz manejaba las acusaciones de antisemitismo de manera muy eficaz…
Fue el Partido de Derecha, un partido conservador, el primero en adoptar la idea del pluralismo cultural, y participó grandemente en elaborar la nueva orientación radical. Es de notar que el presidente del Partido de Derecha de 11961 a 1965, Gunnar Hecksher, fue el primer dirigente de origen judío de ese partido.
Al igual que en los EE.UU y otros países, el activismo judío ha sido ayudado por la posesión de medios de comunicación por los judíos. Los militantes han insistido sobre el deber de los EE.UU de revisar su política de inmigración para expiar la persecución de los judíos. En el caso sueco, las críticas conciernen la política del gobierno sueco hacia los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. (En los EE.UU, los activistas judíos han subrayado que la ley sobre inmigración de 1924 estaba motivada por el antisemitismo, y muchos de ellos, incluyendo a personas provenientes del mundo académico, como Stephen J. Gould – en su libro “La falsa medida del hombre”)-, han afirmado que las restricciones norteamericanas en materia de inmigración en los EE.UU habían provocado la muerte de muchos judíos durante el Holocausto. Incluso Stephen Steinlight, que hace la promoción de una restricción sobre la inmigración musulmana (y sólo sobre la inmigración musulmana) ha calificado la ley de 1924 de “xenófoba”, “antisemita”, “vilmente discriminatoria”, “vasto fracaso moral” y “una política monstruosa”.
La asimilación a la cultura sueca era considerado un objetivo inaceptable:
El punto de partida era una óptica de pluralismo cultural. Los inmigrantes serían animados, con un apoyo masivo financiero y gubernamental a preservar su cultura (para mostrar al mundo entero que Suecia es un país tolerante en donde todos son bienvenidos). Según esta óptica, el encuentro entre la cultura sueca y las culturas minoritarias sería enriquecedora para toda la comunidad, y la población mayoritaria empezaría a adaptarse a las minorías…
No es una coincidencia que los judíos organizados de Europa se disocian constantemente de las críticas políticas organizadas contra el islam, ya que cada generalización desfavorable contra un grupo minoritario puede finalmente alcanzar a los judíos.
El artículo expone que los judíos están motivados por el deseo de quebrar a las sociedades homogéneas cultural y étnicamente a causa de su temor de que tales sociedades pudieran volverse contra los judíos, como ocurrió en Alemania de 1933 a 1945, pero también a causa del odio judío tradicional contra la civilización cristiana de Occidente. El artículo concluye diciendo que, aparte de la posesión de medios judíos, la influencia judía ha sido facilitada por la dominación de la antropología académica de la escuela boasiana (de Franz Boas) y de sus ideas sobre el relativismo cultural y la denigración de la cultura occidental.
Estoy totalmente de acuerdo en que la influencia judía proviene del hecho de que forman una élite universitaria y mediática, y al mismo tiempo de su habilidad para desarrollar organizaciones de activistas bien financiadas y muy eficaces.
Se trata de una contribución importante para la comprensión de la muerte inminente de Occidente. Este análisis no excluye la necesidad de comprender por qué las culturas occidentales han sido tan únicas en su predisposición a aceptar ideologías que perciben la destrucción de Occidente como un imperativo moral. Sin embargo, es vital comprender qué fuerzas han empujado activamente las culturas occidentales en esa dirección.
(*) Kevin MacDonald es profesor de sicología en la Universidad del Estado de California en Long Beach, USA. Su investigación se ha enfocado en las perspectivas evolutivas de la historia y en la sicología del desarrollo. Después de su maestría en biología evolutiva obtuvo su doctorado en ciencias bioconductuales en la Universidad de Connecticut, trabajando en el desarrollo conductual en los lobos. Continuó su investigación del desarrollo en un postdoctorado en la Universidad de Illinois, investigando el juego entre padres e hijos. Su investigación se ha enfocado en el desarrollo de las perspectivas evolutivas en el área de la sicología del desarrollo. También ha escrito cuatro libros,Social and Personality Development: An Evolutionary Synthesis(NY: Plenum, 1988) y A People that Shall Dwell Alone: Judaism as a Group Evolutionary Strategy (Westport, CT: Praeger, 1994),Separation and Its Discontents: Toward an Evolutionary Theory of Anti-Semitism (Westport, CT, 1998), y The Culture of Critique: An Evolutionary Analysis of Jewish Involvement in Twentieth-Century Intellectual and Political Movements (Westport, CT, 1998).
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