sábado, 6 de octubre de 2012

Una niña de 11 años enferma terminal se siente muy feliz tras cumplir su sueño de dispararle a un oso



Kaitlynn Bessette no pudo contener su alegría. Cuando vio a aquel enorme oso con el corazón dinamitado, tendido en el suelo y con la lengua fuera, comprendió que su disparo lo había matado de forma fulminante. Entonces le invadió una sensación maravillosa que la hizo estremecer de pies a cabeza. Por unos momentos olvidó su grave enfermedad, relajó su angelical rostro y se emocionó de pura felicidad. La razón era poderosa: había conseguido hacer realidad el gran sueño de su vida.

Se da la fea y curiosa coincidencia de que Kaitlynn necesita un urgente trasplante de hígado y de corazón para poder seguir viviendo y, precisamente, fue un disparo en el corazón ejecutado por ella lo que tumbó al oso tras una cacería organizada por una asociación dedicada a cumplir los sueños de jóvenes discapacitados o en estado crítico.

Cuesta creer que una persona en estado terminal no tenga un especial, exquisito, tremendo respeto por la vida en general, en todas sus formas, y por la del oso en particular. Sin embargo, para Kaitlynn el significado de su hazaña es muy otro. Siempre había soñado con formar parte de una cacería de osos por el amor que siente por la naturaleza, dice, un sentimiento positivo que, visto lo visto, no incluye a los osos. Eso sí, se llevará el oso a casa para colgarlo de la pared, como un gran trofeo que mantenga viva la memoria de su gesta.

La chica se define como una fanática de la caza y de la pesca, y ella misma explica cómo vivió el momento del disparo: “Cuando miré no lo vi como un oso, lo vi como un fiero y enorme león que estaba a punto de atacar, así que sostuve el arma tan firme como pude, volví la cabeza y disparé.”

Ecologia Verde

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