Ingrid Carlqvist habla del multiculturalismo y la colonización musulmana de
Suecia. Esta periodista sueca, fundadora de la Free Press Society, ha vivido 12
años en Malmo, ciudad invadida por la inmigración. En esta intervención describe
la evolución de Suecia, desde los días de su pasada tranquilidad y prosperidad a
la situación actual de violaciones, asaltos, crímenes y zonas fuera de la ley
que cangrenan su país, ante la complicidad de los políticos y la prensa del
sistema. Ese es el resultado de una política socialista de apertura de las
puertas a la inmigración y a la islamización en nombre de la multicultura.
Me siento exactamente como Dorothy Gale en “El Mago de Oz”: un tornado llega y me envía a millas de distancia de mi hogar y me suelta en un país que no conozco. Siento que ya no estamos más en Suecia. Al igual que Dorothy estoy buscando mi camino de vuelta a casa, pero en mi recorrido sólo encuentro leones sin valor, espantapájaros sin cerebro y hombres de hojalata sin corazón.
Cuando era una niña, nuestro primer ministro era Tage Erlander, un socialdemócrata. En 1965 dijo en el parlamento, refiriéndose a uns violentos disturbios raciales ocurridos en EE.UU: “Nosotros los suecos vivimos felizmente en una situación infinitamente mejor. La población de nuestro país es homogénea, no sólo en el aspecto racial sino en muchos otros aspectos”.
Ahora vivo en una nación que ya no es homogénea en ningún aspecto. El sucesor de Tag Erlander, Olof Palme, decidió que la homogeneidad era algo malo y abrió nuestras fronteras para que vinieran gentes de todo del mundo. Y desde la derecha hasta la izquierda los políticos nos dijeron que no había una cosa llamada “cultura sueca”, ninguna tradición sueca digna de mención y que los suecos deberían estar agredecidos de que tanta gente con VERDADERA cultura y VERDADERAS tradiciones vinieran a vivir con nosotros.
Mona Sahlin, una dirigente socialdemócrata, dijo en una entrevista en 2002 a la revista Eurotuk (turca), al ser preguntada por la cultura sueca: “A menudo me he hecho esa pregunta, pero no puedo imaginarme que es eso de la cultura sueca. Pienso que es lo que nos hace a los suecos ser tan envidiosos de los inmigrantes. Vosotros tenéis una cultura, una identidad, algo que os une. ¿Qué tenemos nosotros? Tenemos el solsticio de verano y otras cursiladas del mismo género. Los suecos deben integrarse en la Nueva Suecia. La Vieja Suecia ya no volverá”.
En esta Nueva Suecia tenemos más violaciones que en ningún otro país de la UE, según datos de un estudio de la profesora Liz Kelly de Inglaterra. Más de 5.000 violaciones o intentos de violaciones fjeron contabilizados en 2008 y más de 6.000 en 2009 (los datos de años posteriores no hacen sino confirmar la tendencia a la alza). En el 2010 otro estudio concluyó que sólo en un país en el mundo, Lesotho (enclavado en África del Sur) se cometían más violaciones que Suecia. Por cada 100.000 habitantes, en Lesotho había 92 violaciones, en Suecia 53, en los EE.UU 29, en Noruega 20 y en Dinamarca 7.
En 1990 las autoridades contaban 3 “áreas de exclusión” suburbios mayormente poblados por inmigrantes, de los cuales muy pocos tienen un trabajo, la inmensa mayoría vive de los subsidios estatales y los niños no asisten a clase. En 2002 se contabilizaba 128 “areas de exclusión”, auténticos territorios perdidos para el país. En el 2006 estas eran ya 156 y ya se ha dejado de contar. En algunas ciudades como Malmo, donde vivo, una tercera parte de los habitantes viven en “áreas de exclusión” donde la Policía apenas se atreve a entrar.
¿Qué quería decir Tag Erlander cuando dijo que la población sueca era homogénea, no sólo racialmente sino también en otros aspectos? Pienso que estaba pensando en cosas como los valores, la cultura y las tradiciones: un sentimiento de comunidad. Todos en la Vieja Suecia teníamos un similar punto de vista sobre lo que significaba una buena sociedad y cómo resolver los conflictos. Él sabía que la cultura sueca era todo eso, contrariamente a Mona Sahlin.
En la Nueva Suecia necesitamos policías armados en nuestros hospitales a causa de la rivalidad de familias que pelean unas contra otras en las mismas habitaciones de los hospitales. Se disparan unos a otros en las calles y roban y golpean a la gente mayor. Los índices de criminalidd crecen por minutos, pero los políticos suecos y los periodistas nos dicen que eso no tiene absolutamente nada que ver con la inmigración. El hecho de que nuestras prisones estén llenas de extranjeros es sólo una coincidencia o es explicado a través de alambicados razonamientos en que los factores socioeconómicos son privilegiados sobre cualquier otra consideración.
Durante muchos años he sido una periodista de la gran prensa. Pero siempre he sido una especie de alborotadora, una inconformista, siempre he tenido sospechas acerca de lo que la gente denomina la VERDAD. Cuando todo el mundo va en la misma dirección yo voy en la dirección contraria para ver que hay ahí.
En enero del 2011 algo sucedió que hizo que perdiera mi última esperanza acerca de los periodistas suecos. Yo era la vicepresidenta de la Sociedad de Periodistas de Malmo e invité al periodista danés Mikael Jalving para que hablara acerca de su libro de próxima publicación “Suecia absoluta: un viaje al País del Silencio”. Un día el presidente de la Sociedad de Periodistas me llamó por teléfono y me dijo: “Debemos cancelar la invitación a Jalving porque está por hablar en un miting organizado por un diario llamado National Today”. No le importaba nada ni a él ni a nadie en el consejo de la Sociedad de Periodistas lo que Jalving decía en su libro. Si iba a ese miting estaría infectado de ideas nacionalistas y problemente sería un nazi.
Como véis: todo aquel que tiene una opinión distinta en Suecia es un nazi. Así funcionan las cosas en la Nueva Suecia, el país que yo llamo Absurdistán. El País del Silencio. Eso me enfureció y abandoné el consejo de la Sociedad de Periodistas de Malmo. Esto hizo que fuera invitada por la Sociedad Danesa de Prensa Libre para hablar del extraño país que es Suecia, y eso me llevó a fundar la Sociedad Sueca de Prensa Libre.
Es así como Lars Hedegaard y yo nos encontramos. Como tenemos una sólida formación como periodistas decidimos abrir un periódico. Uno bueno, impreso a la vieja usanza. Decidimos llamarlo Dispatch Internacional porque nuestra meta es que este diario sea un día internacional. Antes que conquistar Manhattan, conquistaremos Berlin. O mejor: ¡primero conquistaremos Escandinavia y después el mundo!
Dispatch Internacional saldrá en dos versiones, una en danés y otra en sueco, pero con el mismo contenido. Y en Internet se lo podrá leer en inglés y en alemán. Escribiremos sobre la política de nuestros países y del mundo. Escribiremos acerca de aquellas cosas que la gran prensa ha estado ocultando durante muchos años. Haremos distinción entre las noticias y los comentarios y el tono será neutro. Dejaremos que los hechos hablen por si mismos, los hechos que la prensa actual oculta a la gente.
La situación en Suecia es mucho peor que en Dinamarca. En suecia NADIE habla de los problemas delainmigración, la muerte del proyecto multicultural de islamización y arabización de Europa.S i alguien se atreve a hacerlo, enseguida es tratado de racista, de islamófobo y de nazi. Así he sido calificada desde que he fundado la Sociedad Sueca de Prensa Libre. Mi nombre ha sido arrastrado por el barro en los grandes periódicos como el Sydsvenskan, el Svenska Dagbladet e incluso en mi antiguo periódico, The Journalist.
Así pues, necesito que todos seáis mi Glinda, la Buena Hechicera del Norte, y me ayuden a encontrar el camino a casa. No creo que funcione el golpear los tacones de mis zapatillas tres veces como hacía Dorothy para despertarse en su dormitorio de Kanzas. Pero si apoyáis a Dispatch Internacional me ayudaréis a hacer un paso que me acerque a mi casa. A la Suecia que una vez fue, la Suecia a la que quiero volver.
Alerta Digital
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