Tallin, Estonia |
He empezado a realizar préstamos a personas totalmente desconocidas, a decenas. No estoy loco, ni soy rico, ni filántropo. Los préstamos son diminutos. Las garantías son buenas. Hasta ahora, los prestatarios me han devuelto el dinero y estoy obteniendo unos ingresos que me vienen muy bien. Además, me siento parte de una revolución que podría salvar al capitalismo occidental. Y todo está sucediendo en Estonia.
La banca es el mayor punto débil de la economía. Ofrece productos de ahorro mezquinos, repletos de cuotas y préstamos a un precio excesivo con desagradables costes ocultos. Los intermediarios reciben unos beneficios colosales, especialmente si son codiciosos y temerarios. Cuando las cosas salen mal, como sucede inevitablemente, el contribuyente es el que paga la factura. Aparte de eso, funciona bien.
Por eso, se agradecen las alternativas, como los prestamistas ‘peer-to-peer' o entre particulares, que ponen en contacto directamente a los que necesitan dinero y a los que les sobra (y ganan dinero cobrando una cuota por el servicio). Zopa, un grupo británico de préstamos entre particulares, ha prestado 260 millones de libras (310 millones de euros) desde que iniciara su actividad en 2005.
En sistemas menos desarrollados
Isepankur (que significa "Autobanquero" y suena como "Easy-banker", en inglés, "banquero fácil") ofrece una opción mejor, porque concede préstamos en países cuyo sistema bancario está menos desarrollado. Los estonios (aunque cuentan con una buena calificación crediticia) normalmente pagan un 50% por un préstamo "a domicilio" sin garantía. Isepankur me brinda tanto a mí como a otras personas la oportunidad de realizar préstamos con tipos de interés mucho más bajos, normalmente del 28%.
Es un buen negocio: el mejor interés en una cuenta de ahorro que puedo lograr en un banco británico es inferior al 3% (y la mitad de las exiguas ganancias van a parar a impuestos).
Isepankur se abrió para inversores no estonios a finales del año pasado. Invertí unos cientos de euros para empezar e inmediatamente recibí una llamada telefónica del director ejecutivo. Me resultó un servicio al cliente bastante impresionante. (Desde entonces he ayudado a corregir el inglés de su página web).
Los posibles prestatarios tienen que convencer a los prestamistas de su solvencia. ‘Tanelvakker', por ejemplo, es un ingeniero de telefonía que quería renovar su apartamento. Necesitaba pedir un préstamo de 2.600 euros a 36 meses, al 12%. Es soltero y gana un sueldo de 2.500 euros mensuales. El pago del capital y del interés sería de 86 euros. Eché un vistazo a sus otros gastos (hipoteca, pago de leasing del coche y tarjeta de crédito) y comprobé que podría pagar fácilmente el préstamo. Así pues, le dejé prestados 10 euros. Otras decenas de personas hicieron lo mismo. Él realiza un solo pago al mes a Isepankur, que a su vez divide el dinero entre nosotros. Si los préstamos no se pagan, Isepankur los vende a una agencia de cobro de deudas.
Bajan los costes de los préstamos
La competencia hace que bajen los costes de los préstamos. Cuanto menor sea el riesgo, menos se paga. ‘Akiraam' (una secretaria con 600 euros mensuales) quería 200 euros para pagarse un curso de finlandés. Estaba dispuesta a pagar el préstamo al 28% pero acabó pagando sólo el 12% porque se presentó una gran cantidad de prestamistas. A los prestatarios sospechosos les cuesta más trabajo conseguir el dinero, o pagan más: los prestamistas les pueden interrogar a través de Internet. Si las respuestas son inadecuadas (o no responden), su credibilidad sufre.
Hay algunos prestatarios que no pagan: una media del 3%, como reconoce Isepankur. Pero los tipos de interés de los que sí lo hacen compensan con creces esos impagos. Hasta ahora, ha habido retrasos en tres de mis préstamos, pero el dinero que obtengo de los demás supera esa cantidad.
Mi rendimiento neto medio (como el de la mayoría de prestamistas de Isepankur) es de alrededor del 17%. Hasta ahora, he prestado 1.570 euros a unos 50 prestatarios, en cantidades que oscilan entre los 5 y los 25 euros. He recuperado 60 euros en capital reembolsado y 24 euros en intereses. También recibí 0,06 euros por ‘sanciones' (mi porcentaje en una pequeña multa impuesta a un prestatario llamado ‘Lillekas' que pagó unos días tarde).
Los costes de Isepankur son muy bajos: básicamente los relativos a gestión del sitio web y a publicidad. Aún es diminuto. Quizás sea demasiado nuevo y demasiado diferente. Pero recuerdo que también decían lo mismo sobre otra invención estonia: Skype.
Visto en: presseurop
Fuente: EuropeanVoice
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