viernes, 22 de febrero de 2013
Los gitanos, un problema europeo
La masiva inmigración de gitanos provenientes del sureste de Europa se ha vuelto un tema candente para algunas ciudades alemanas. Su integración no es ya asunto sólo de los países de origen, sino una tarea de toda la UE.
La integración de los gitanos ha sido vista por mucho tiempo como un asunto a resolver por los países del sureste de Europa, la región de origen de esta minoría étnica. Para mejorar su situación social no han faltado llamados políticos, ni programas de asistencia, y declaraciones de buena voluntad. Incluso, en el 2005 ocho Estados del sureste europeo firmaron la declaración “década de la inclusión de los romanís”: un plan de acción, que con fondos del Banco Mundial, tenía como meta mejorar las condiciones de vida de este pueblo, de tal manera que no se viese obligado a emigrar a las naciones más ricas de Europa.
El objetivo no se cumplió. La crisis financiera ha acrecentado las diferencias sociales y Europa del este sufre los efectos de la crisis del euro. Veinte años después del fin de la era comunista, tanto en la sociedad búlgara como en la rumana, los abismos que separan a las clases sociales son muy profundos. La tijera entre ricos y pobres se abre cada vez más.
Especialmente afectadas están las minorías marginadas, como los gitanos, quienes además tienen que enfrentar crecientes ataques racistas. ¿A quién extraña, entonces, que aprovechen la posibilidad de buscar en Alemania o en otro país de Europa occidental una mejor vida? Y también en éstos, “el pueblo más antiguo de Europa” ha tenido que aguantar lo suyo, basta con recordar las expulsiones de gitanos no franceses en 2010, bajo el gobierno de Nicolás Sarkozy.
Altos costos, tema explosivo
Desde que Rumania y Bulgaria entraron a la UE en 2007, la emigración de gitanos a Alemania se ha duplicado. Ciudades alemanes como Dortmund, Mannheim y Berlín se ven ante una tarea de difícil solución, pues la masiva llegada de gitanos búlgaros y rumanos pesa en los sistemas sociales.
Con ellos han llegado también a las urbes germanas la gama de candentes temas sociales que genera su especial forma de vivir y que siguen pendientes de solución en sus países de origen. Muchos de ellos viven en inmuebles en ruinas, con condiciones higiénicas catastróficas, sin asistencia médica y al margen de la legalidad. Debido a que no pueden obtener un permiso de trabajo, muchos optan por declarar un negocio ficticio. Y con ello tienen acceso al subsidio social. Esto ha provocado iracundas reacciones en la sociedad alemana y hace que se pase por alto que, a la vez, en Alemania viven miles de gitanos que se han integrado muy bien a la sociedad y pasan desapercibidos.
Un tema alemán
La migración de la minoría étnica más numerosa de Europa –se calcula que son entre 10 y 12 millones- se ha vuelto un tema espinoso para Alemania. El régimen nacionalsocialismo asesinó a medio millón de sinti y roma. La culpa histórica hacia ese pueblo está presente, lo que dificulta una discusión abierta y la búsqueda de soluciones. No obstante, los municipios alemanes no pueden solucionar el problema y esperan apoyo federal y europeo. Se espera con temor el 1 de enero de 2014 fecha en la que el mercado laboral se abre para todos los ciudadanos búlgaros y rumanos.
Por otro lado, limitar la libre movilidad, como algunos exigen, sería discriminar a una minoría e iría en contra de los principios europeos. A ellos se suma que no queda esperanza de que la situación en los países de origen mejore a corto plazo. Probablemente haya que aceptar que la integración de esta minoría étnica es un problema europeo, que pasa por combatir su pobreza y otorgarles oportunidades de educación, sea donde sea que se encuentren.
DW
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