jueves, 15 de agosto de 2013

Todos unidos contra el dominio del inglés

Ante el creciente entusiasmo de los europeos por la adopción del inglés como lengua franca, un intelectual rumano lanza una señal de alarma y hace un llamamiento para movilizarse a favor de la protección de las lenguas nacionales.

Ovidiu Pecican

Hace poco escribía sobre el peligro que acecha a la lengua rumana dentro de sus propias fronteras. Y no sólo por la disminución de sus hablantes, atribuible al descenso del número de nacimientos o a la migración masiva de rumanos, sino a las políticas adoptadas actualmente en el ámbito de la educación nacional.

El hecho de que muchos trabajos postdoctorales se presenten en inglés y que sólo se valoren las obras publicadas en las revistas extranjeras y escritas en la lengua vehicular ha contribuido en gran medida a acentuar la falta de interés por las publicaciones científicas rumanas. Pero también a despreciar el idioma a medio y a largo plazo, dentro del mundo intelectual.

Un anglización criticada en Europa

Rumanía ya vivió algo similar en el pasado. Los aristócratas de finales del siglo XIX despreciaban todo lo que fuera rumano, y copiaban a los centros de poder de la época: París, Moscú y Estambul. [El personaje] de “Coana Chirita” de las obras de Vasile Alecsandri se inspiraba en las modas “al estilo francés”. De igual modo, las obras de teatro de Ion Luca Caragiale ridiculizaban el hecho de copiar los modelos occidentales. Y hacia los inicios del siglo XX, el historiador Nicolae Iorga dirigió una gran manifiestación en Bucarest para protestar contra las representaciones teatrales exclusivamente en francés.

Hoy vuelvo a retomar este asunto, porque en otros Estados europeos, no sólo en Rumanía, se está advirtiendo de la anglización actual. Pero a estos países no se les tacha de retrógrados ni de anti-occidentales por ello.

El último boletín informativo del Observatorio Europeo del Plurilingüismo (OEP) destaca que actualmente se está librando en toda Europa una batalla a favor del plurilingüismo y por lo tanto contra el dominio insidioso de los idiomas hegemónicos.

En primavera, el Instituto Politécnico de Milán decidió que sus másters y sus doctorados sólo debían impartirse en inglés. El motivo que exponía era la internacionalización de sus estudios y la mejora de la competitividad de las universidades italianas. Pero el Tribunal Administrativo de Lombardía dictaminó lo contrario: determinó que el hecho de emplear el inglés no influía de ningún modo en la calidad ni en la valoración internacional de las enseñanzas. El mismo tribunal precisó que al obligar a los profesores a impartir clases en inglés, el Instituto Politécnico atentaba contra la libertad del profesorado.

Proteger un patrimonio inestimable

En el mismo boletín, el OEP constata que, en lo que respecta a la anglización de su enseñanza superior, Alemania, que ha avanzado mucho más rápido que Francia e Italia pero se queda aún por detrás de los países escandinavos y Países Bajos, imparte casi el 10% de sus programas de máster y de doctorados únicamente en inglés. Una cifra que hace reflexionar sobre las consecuencias de esta política. Es cierto que con el inglés, las investigaciones alemanas aumentan su visibilidad en el ámbito internacional, pero el alemán también puede favorecer su éxito.

Por su parte, Francia ha desarrollado programas similares para atraer a más estudiantes extranjeros y sobre todo chinos. Pero actualmente, el país constata que muchos de ellos hablan francés o bien desean aprender el idioma. Por otro lado, la Asamblea Nacional Francesa y luego el Senado decidieron que era necesario revisar a la baja el número de clases impartidas en inglés y que los trabajos de fin de carrera debían estar escritos en francés.

Por último, el British Coucil, dentro del contexto de su programa Language Rich Europe, destaca el predominio del inglés. En las conclusiones de su informe sobre la situación lingüística de Europa, se mostró a favor del multilingüismo.

Al luchar para que la lengua rumana recupere al menos en su país la dignidad y la consideración que merece, sin subestimar la importancia de las lenguas de gran circulación internacional, ayudamos a mitigar los efectos perjudiciales de la globalización. Y contribuimos a proteger el inestimable patrimonio intangible del que somos depositarios y que conviene transmitir en toda su riqueza.

Esta lucha patriótica, lejos de ir en la línea del fetichismo nacional, aporta algo muy positivo a nuestra cultura, así como a nuestra civilización. Y a Europa en general.

presseurop

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