jueves, 28 de marzo de 2013

Los bancos, el euro: lecciones del presidente islandés

Ólafur Ragnar Grímsson

«Quiero decir a mis amigos europeos que los mercados financieros no son lo más importante».

Björk no es la única estrella islandesa de gira por Francia esta semana. El presidente del país Ólafur Ragnar Grímsson  de 69 años, está en visita oficial, aureolado por el éxito islandés contra la crisis y por el papel que ha desempeñado en esa espectacular recuperación al decidir, en dos ocasiones, consultar al pueblo por medio de referéndum.

El martes se entrevistó con Françoise Hollande durante 35 minutos. Ambos mandatarios, nos dice el presidente de Islandia, hablaron de tres asuntos:

«La recuperación económica de Islandia y sus enseñanzas, la cooperación económica en el Ártico y la experiencia islandesa en materia de geotermia –que garantiza el 90% de la calefacción a los habitantes- y cómo se podría desarrollar en Francia».

El presidente islandés, en su quinto mandato, está el séptimo cielo. Cuatro años después del estallido de los bancos islandeses, su país se recupera con más fuerza que la mayoría de los demás países europeos y acaba de ganar una batalla ante la justicia europea. A finales de enero, el Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELE) dictaminó que el Estado islandés estaba en su derecho cuando se negó a pagar a los acreedores extranjeros que habían colocado su dinero en los bancos privados de Islandia.

Usted ha evocado con François Hollande las enseñanzas de la recuperación islandesa. ¿Cuáles son?

Si la compara con lo que está ocurriendo en otros países de Europa, la experiencia exitosa de Islandia es claramente distinta en dos aspectos fundamentales:

El primero es que nosotros no hemos seguido las políticas ortodoxas que se han impuesto desde hace 30 años en Europa y en el mundo occidental. Hemos dejado que los bancos quiebren, no los hemos rescatado, los tratamos como a las demás empresas. Hemos instaurado controles sobre los cambios. Hemos intentado proteger el Estado del bienestar rechazando aplicar la austeridad de forma brutal.

La segunda gran diferencia es que enseguida tomamos conciencia de que esta crisis no solo es económica y financiera. También es una profunda crisis política, democrática e incluso jurídica. Por lo tanto emprendimos reformas políticas, reformas democráticas e incluso reformas jurídicas (un fiscal especial, dotado de un equipo, se ha encargado de investigar las responsabilidades de la crisis). Lo que ha permitido a la nación afrontar el reto de una forma amplia, más global que la simple ejecución de políticas financieras o presupuestarias.

Islandia tiene 320.000 habitantes. ¿Esas políticas son exportables a países más grandes, como Francia?

En primer lugar siempre dudo de hacer recomendaciones concretas a otros países, ya que ¡A mí me han dado muchas malas recomendaciones!

Lo que puedo hacer es simplemente describir lo que ha hecho Islandia y que cada uno saque sus propias enseñanzas. Pero está claro que muchas de las elecciones que hemos hecho nosotros también se pueden hacer en otros países. Por ejemplo evitar una austeridad (1) muy estricta.

Sin embargo usted también ha seguido una política de austeridad bastante dura…

Por supuesto. Pero uno de los ejes de las políticas ortodoxas es el recorte agresivo de los gastos sociales. Nosotros no lo hemos hecho. Hemos protegido los hogares más modestos.

El enfoque general de la crisis –política y jurídica- también se puede seguir en los demás países como en Islandia. La medida que no se puede aplicar en Francia y en otros países de la Eurozona es, obviamente, la devaluación de la moneda.

¿El hecho de no rescatar a los bancos fue realmente una elección? ¿Es posible dejar que se hundan los grandes bancos europeos?

Nuestros bancos eran importantes. Suponían diez veces el tamaño de nuestra economía. No digo que el tamaño no importe. Pero si quiere hablar en términos de tamaño plantéese lo siguiente, ¿Portugal es un país grande o pequeño? ¿Grecia es un país grande o pequeño?

¿Podíamos hacer otra cosa que dejar que se hundieran nuestros bancos? Es un debate abierto. Pero en cualquier caso fue una elección. Eran bancos privados, ¿por qué las empresas del sector bancario deberían tener un tratamiento diferente que las empresas privadas de otros sectores como la tecnología, internet o las compañías aéreas? Éstas también son imprescindibles en nuestras sociedades, pero dejamos que se hundan. Incluso las compañías aéreas. ¿Por qué hay que tratar a los bancos como si fueran sagrados?

La respuesta habitual es que la quiebra bancaria conllevaría otras quiebras y hundiría el sistema financiero, existe un «riesgo sistémico»

Ese es el argumento de entrada. Pero mire lo que pasó en Islandia con el asunto «Icesave». El gobierno británico y el gobierno holandés, apoyados por la Unión Europea, querían que el contribuyente islandés reembolsara las deudas de ese banco privado en vez de dejar la responsabilidad al síndico liquidador.

Entonces me encontré frente a una elección, ¿había que someter la cuestión a referéndum? Un ejército de expertos y autoridades financieras me dijeron: si deja que la gente se exprese aislará financieramente a Islandia durante decenios. El escenario catastrófico no acabará nunca… Me hallaba en medio de una elección fundamental entre los intereses financieros por un lado y la voluntad democrática del pueblo por otro. Y me dije: la parte más importante de nuestras sociedades –y se lo digo a mis amigos europeos- no son los mercados financieros. Es la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho.

Cuando nos encontramos frente a una cris profunda, sea la crisis islandesa o la crisis europea, ¿por qué no dejamos que el elemento más importante de nuestras sociedades marque el camino a seguir? Es lo que hice.

Hemos organizado dos referéndums. Desde el primer trimestre después del referéndum la economía se reinició. Y desde entonces sigue la recuperación. Ahora tenemos un 3% de crecimiento, uno de los más altos de Europa, y un 5% de desempleo, una de las tasas más bajas. Todas las predicciones de entonces de una quiebra del sistema han resultado falsas.

El epílogo tuvo lugar el mes pasado: el tribunal del AELE nos dio la razón. No solamente nuestra decisión fue justa y democrática sino que además tenía fundamento jurídico. Mis amigos europeos deberían reflexionar sobre todo esto con la mente abierta: ¿Por qué se equivocaron, tanto desde el punto de vista político como desde el económico y el jurídico? El interés de este cuestionamiento es más importante para ellos que para nosotros, ya que ellos continúan luchando contra la crisis y además se aplican a sí mismos algunos de los principios y argumentos que utilizaron contra nosotros.

Por lo tanto el servicio que puede brindar Islandia es el de una especie de laboratorio que ayude a los demás países a revisar las políticas ortodoxas que están siguiendo. Yo no voy a decir a Francia, Grecia, España, Portugal o Italia lo que tienen que hacer. Pero la enseñanza de los últimos cuatro años en Islandia es que las predicciones apocalípticas, asestadas como certezas absolutas, estaban totalmente equivocadas.

Islandia se ha convertido en un modelo, una fuente de esperanza para todo un sector de la opinión, especialmente en la izquierda anticapitalista, ¿le agrada?

Es un error mirar nuestra experiencia desde ese viejo punto de vista de lectura política. En Islandia los partidos de derecha y los de izquierda fueron unánimes sobre la necesidad de proteger el sistema social. Nadie, ni en la derecha ni en el centro, defendió lo que podríamos denominar «políticas de derechas».

Es la vía nórdica…

Sí, es la vía nórdica. Y si miramos lo que ha ocurrido en los países nórdicos en los últimos 25 años, todos han sufrido crisis bancarias: Noruega, Finlandia, Suecia, Dinamarca y finalmente Islandia, donde siempre vamos con un tiempo de retraso. Lo interesante es que todos nuestros países se recuperan con relativa rapidez.

¿Se arrepiente de haber alentado el desarrollo bancario en los años 2000? Entonces comparó Islandia con una nueva Venecia o una nueva Florencia.

Durante la última década del siglo XX y los primeros años del XXI se desarrollaron empresas farmacéuticas, de ingeniería, tecnológicas y bancarias y por primera vez en la historia dieron a los jóvenes islandeses preparados la posibilidad de trabajar a escala global, sin tener que abandonar el país.

Los bancos formaron parte de esa evolución. Lo hicieron bien. En 2006 y 2007 empezaron las críticas. Entonces me pregunté, ¿qué dicen las agencias de calificación? Dichas agencias concedían a los bancos islandeses un certificado de muy buena salud. Los bancos europeos y americanos hacían negocios con nuestros bancos ¡Y todos querían hacer más!

Las agencias de calificación, los grandes bancos, todo el mundo se equivocó. Yo también. Fue una experiencia costosa que nuestro país ha pagado cara, hemos vivido una crisis profunda, disturbios… La recordaremos durante mucho tiempo.

En la actualidad la gente sigue escuchando a las agencias de calificación. Habría que demandarlas, si estaban tan equivocadas con respecto a los bancos islandeses, ¿por qué van a acertar con los demás?

¿Lo que usted denomina «disturbios» no forma parte del necesario «enfoque político» de la crisis que ha descrito hace un momento?

Yo no lo diría así. Islandia es una de las democracias más estables y seguras del mundo, con una cohesión social sólida. Y sin embargo tras la bancarrota financiera la policía tuvo que defender el Parlamento día y noche, el Banco Central, las oficinas del primer ministro…

Si una crisis financiera, en un lapso de tiempo muy corto, puede sumir a un país semejante en una profunda crisis política, social y democrática, ¿cuáles pueden ser las consecuencias si la crisis surge en países con una experiencia más corta de estabilidad democrática? Puedo decirle que durante las primeras semanas de 2009, cuando me despertaba, no me daba miedo el hecho de no recuperar el camino del crecimiento, sino que estuviéramos viviendo el hundimiento de nuestra comunidad política estable, sólida y democrática.

Pero hemos tenido la suerte de poder responder a todas las exigencias de los manifestantes: el gobierno cayó, se organizaron elecciones, despedimos a los directivos del Banco Central y a la autoridad de la supervisión bancaria, pusimos en marcha una comisión especial para investigar las responsabilidades, etc.

La idea ampliamente extendida en las sociedades occidentales de que los mercados financieros deben representar la parte soberana de nuestra economía y debemos autorizarlos a engordar sin control y a actuar como quieran, con la única responsabilidad de conseguir beneficios y desarrollarse…, es una visión muy peligrosa. Lo que ha demostrado Islandia es que cuando ese sistema sufre un percance origina consecuencias políticas y democráticas trágicas.

En este enfoque político, una asamblea de ciudadanos elegidos ha elaborado un proyecto de nueva constitución (1). Parece que el Parlamento no tiene prisa para votarlo antes de las elecciones del 17 de abril, ¿cree que no verá la luz?

La constitución actual ha desempeñado su papel en la crisis: el de celebrar elecciones, organizar los referéndums… Eso no quiere decir que sea perfecta, se puede mejorar.

Con la crisis se expresó la necesidad de renovar nuestro sistema político. Por lo tanto pusimos en marcha un proceso de reforma constitucional muy innovador: se ha elegido una asamblea de ciudadanos, se ha consultado a los ciudadanos por internet… Pero creo que no tienen tiempo suficiente, únicamente cuatro meses. Una persona normal no puede elaborar un texto perfecto en solo cuatro meses.

En los últimos seis mese ha habido en el Parlamente un debate, propuestas… El Parlamento quizá podrá adoptar ciertas medidas, quizá llegar a un acuerdo sobre la forma de continuar el proceso o adoptar una reforma más completa. Nadie lo sabe.

La devaluación ha ayudado a la reiniciación de Islandia. ¿La idea de unirse algún día al euro se ha descartado para siempre?

La corona fue una parte del problema que condujo a la crisis financiera, pero también una parte de la solución. La devaluación ha vuelto los sectores exportadores (pesca, energía, tecnología) más competitivos, así como el turismo, por supuesto.

Hay una cosa de la que todavía no han tomado plena conciencia los países de la Europa continental. Los países del norte de Europa -Groenlandia, Islandia, Gran Bretaña, Noruega, Dinamarca, Suecia…- no adoptaron el euro, a excepción de Finlandia. Ninguno de esos países se unió al euro.

Y comparativamente esos países han ido mejor económicamente durante los años posteriores a la crisis de 2008 que los países de la Eurozona, excepto Alemania.

Por lo tanto en la actualidad es difícil sostener que la adhesión al euro es una condición imprescindible del éxito económico. Por mi parte no veo ningún argumento nuevo que justifique la adhesión de Islandia al euro.

Eliminada la banca, ¿dónde encontrarán empleo los jóvenes islandeses con estudios superiores?

Los bancos, tanto en Islandia como en otros lugares, se convirtieron en empresas muy tecnológicas que empleaban a muchos ingenieros, informáticos, matemáticos. Desviaron los talentos de los sectores innovadores como las altas tecnologías o las tecnologías de la información.

Después de la caída de los bancos, esos talentos volvieron al mercado laboral. En seis meses todos encontraron trabajo…, las empresas tecnológicas o de diseño se han desarrollado muy rápidamente desde hace tres años. Se han creado cientos de empresas. Me siento satisfecho al comprobar que las jóvenes generaciones han respondido a la crisis de forma muy creativa.

La moraleja de esta historia es que si quieres que tu economía sea competitiva en el sector de las tecnologías innovadoras, el hecho de tener un gran sector bancario es una mala noticia, incluso aunque sea competente.

Notas:

(1) La austeridad «justa». El gobierno procedió a recortes presupuestarios preservando la sanidad, la educación y la asistencia social. El país asumió un impuesto progresivo sobre la renta –antes solo había una tasa- y un impuesto sobre el patrimonio. Se duplicó el impuesto sobre la plusvalía. Entre 2007 y 2011 los impuestos pagados por el 10% más rico pasaron del 17% al 31% de sus ingresos.

(2) La Constitución 2.0. Una asamblea de 25 ciudadanos ha redactado un texto apoyándose en las sugerencias de los internautas. Su trabajo se ha aprobado en referéndum. Pero para que se pueda adoptar una revisión constitucional ésta debe votarse antes y después de una elección legislativa.

Riche Pascal, periodista francés, es cofundador y editor de Rue89 y autor del libro Commet l’Islande a vaincu la crise, en el que narra una aventura política-económica poco ortodoxa, rica en enseñanzas para las demás naciones de Europa

Agencia Nacionalista de Noticias

Fuente original: Rue89

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