Bashar al-Assad se está frotando las manos. Desde el fin de semana, los rebeldes sirios han estado abriendo fuego unos contra otros. "Los radicales han declarado la guerra contra nosotros" dice el portavoz del Ejército Libre Sirio (FSA).
Hombres armados de Al Qaeda mataron la semana pasada al popular comandante Abu Bassir, que fue ejecutado en un retén cerca de Latakia, donde explotó los meses de tensión entre los opositores moderados y los radicales. Abu Bassir pertenecía a la dirección de los rebeldes del ejercito, siendo un miembro de los 30 que existen en el Consejo Militar Nacional. Sin embargo, sus asesinos provienen del "Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), el nuevo frente unido de "Gotteskrieger" (Muyahidines o Guerreros Santos) perteneciente al Frente Al-Nusra, que es ilegal en Washington.
Su batallones se componen principalmente de extranjeros, iraquíes, saudies, egipcios, libios y tunecinos, pero también europeos, como bosnios y los chechenos. Esta lucha es debido a que quieren establecer un califato islámico, nada que ver con la democracia y la libertad de derechos para el pueblo sirio. Al menos cuentan con 4.000 combatientes extranjeros, un ejército de fanáticos que se estima que ahora es el mejor equipado de los estados del Golfo ultraconservador y listo para cualquier cosa. Cometen los atentados suicidas más graves, por los cientos de personas que mueren. En su poder de combate, son claramente superiores a los rebeldes del FSA, pobremente armados.
Pero su paciencia se desvanece con sus aliados fanáticos. En el norte de la provincia siria de Idlib, hubo disparos de los Guerreros Santos, para saquear un depósito de armas del FSA. En Al-Dana, hace una semana miles de personas gritaban "por nuestra libertad y en contra de tener el un futuro a un Emir como gobernador". Murieron 13 personas cuando la protesta se convirtió en violenta contra Al-Qaeda. En venganza, dos luchadores del FSA fueron asesinados, contándoles la cabeza a ambos y poniéndolas en un cubo de basura en la plaza del pueblo. Los residentes escribieron en las paredes de las casas en Alepo "Vuelvan a Afganistán, han arruinado la revolución". En mayo, un vendedor de café de 14 años de edad, fue ejecutado por tres hombres con barba vestidos de negro con un acento extranjero, todo ello por supuesta blasfemia y en presencia de sus padres horrorizados. La gente se trasladó a la sede de las brigadas de Frente Al-Nusra. "¡Fuera, ustedes no son mejores que Bashar al-Assad", coreaban la multitud indignada.
De la creciente desorganización en las filas de sus adversarios, se beneficia principalmente al ejército sirio. Las tropas de Assad lanzaron hace dos semanas en la región de Homs, una nueva ofensiva, similar a la anterior en la ciudad de Kusair, de 30.000 habitantes. Ahora quieren recuperar la ciudad clave asediada en el río Orontes, para asegurar completamente el pasillo entre Damasco y la franja costera alauita dominada por el Mediterráneo aún más. El régimen de Assad también puede depender de las tropas auxiliares radicales del exterior, los combatientes de Hezbolá chiíta del Líbano.
Der Tagesspiegel
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