La encuesta, realizada por el instituto de investigación INSA para la revista German Focus, reveló que el 52,5 por ciento de los alemanes cree que su país necesita una "cultura dominante" mientras que el 25,3 por ciento se opone a la idea de introducir tales valores.
Casi el 53 por ciento de los encuestados dijo que se asocian con la cultura alemana, mientras que sólo el 30,6 por ciento se considera miembros de una cultura europea.
El conocimiento de la lengua alemana, la adhesión a la constitución del país, el respeto a la igualdad entre hombres y mujeres y el rechazo de todas las opiniones radicales que contradicen el orden democrático fueron consideradas como rasgos centrales de una cultura dominante alemana por la mayoría de los encuestados en la encuesta.
La encuesta se llevó a cabo el 3 de mayo e incluyó a 1.000 personas.
El 30 de abril, Maizière destacó sus 10 principios de una "cultura dominante" alemana en un artículo de opinión publicado por el diario Bild. Su conjunto de rasgos fundamentales de una cultura dominante alemana incluía especialmente el principio de la meritocracia, el respeto por la historia y la cultura alemanas, el compromiso con el consenso social y un papel unificador de la religión y los valores cristianos, así como un "patrón de comportamiento" definido.
El ministro no escribió sobre el posible reconocimiento estatutario del conjunto propuesto de valores y principios, diciendo que él sólo trató de "estimular una discusión sobre una cultura dominante para Alemania".
Sus sugerencias, sin embargo, provocaron acaloradas discusiones entre la sociedad alemana, así como en los círculos políticos. Jamila Schaefer, miembro del Partido Verde alemán, dijo que "preservar una cultura" impediría la coexistencia pacífica y el desarrollo social en una sociedad que "siempre está cambiando", particularmente a través de la inmigración.
Mientras tanto, algunos políticos, entre ellos Christian Lindner, presidente del Partido Democrático Libre (FDP) y Katja Kipping del Partido de Izquierda, consideraron la medida de Maiziere como un intento de distraer la atención de la gente de los problemas reales como la pobreza o la seguridad.
Sin embargo, el ministro de Agricultura y Alimentación de Alemania, Christian Schmidt, apoyó a De Maizière diciendo que aquellos que viven en Alemania deben respetar sus tradiciones cristianas aunque no las sigan, así como la igualdad entre hombres y mujeres. "Aquellos que no quieren encabezar tal estilo de vida no se asimilarán" en Alemania, dijo al periódico Passauer Neue Press.
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